jueves, 23 de junio de 2011

Banquetes de griegos y romanos

En el sistema de valores elaborado por el mundo griego y romano, el primer elemento que hace distinguir al hombre civilizado de los animales y de los barbaros es la sociabilidad; el hombre civilizado no solo debe comer por hambre, “No nos sentamos a la mesa para comer, sino para comer juntos” (Plutarco).


El banquete representa también las jerarquías y las consiguientes relaciones de poder: se expresan mediante el lugar que cada uno ocupa en la mesa, los criterios de reparto de los alimentos, el tipo de alimentos servidos a cada comensal: por ejemplo se considera normal servir platos diferentes en el trascurso de una misma comida en función del rango de cada uno.

Los griegos ya tenían estandarizado para el 400 A.C. los banquetes, comían sentados al principio pero posteriormente pasaron a reclinarse, contaban con una estructura fija de platos (tres) y siempre en casas privadas que contaban su capacidad según el número de almohadones. Los sirvientes llevaban la comida de la cocina al salón en grandes fuentes y los invitados elegían las porciones sirviéndose ellos mismos con la mano y dejando los restos sobre la mesa. Toallas y recipientes con agua tibia perfumada y aceites eran llevados después por los sirvientes para que los comensales se limpiaran. Con el postre se servía vino diluido en agua ya que no estaba bien vista la ebriedad al principio de la comida.

De ahí se iban al symposium, en el que ya el vino no sólo no se sirve con agua sino que se celebra su sacralidad ya que provoca ebriedad y por ello, facilita el contacto con lo divino. En este momento se mezclan las discusiones literarias y filosóficas con la música y las bailarinas.






Para los romanos era una de las principales diversiones ya que se hacía con invitados, normalmente a la hora de cenar y suponía una fiesta a la que acudían hombres y mujeres (a diferencia de Grecia que eran solo hombres). En esta época cada uno ya tenía un lugar fijo en la mesa (hasta los invitados según su estatus) siendo el jefe de familia el que se sentaba en el lugar más prestigioso. Las recetas y presentaciones de los platos eran más complejas que las de los griegos.


El comedor romano se llamaba triclinium y tenían tres almohadones para tres comensales que se armaba en forma de U. El comensal se apoyaba sobre un almohadón con el codo izquierdo y con la derecha comía. También era en tres pasos llamándose el primero Gustum (pequeña entrada) que se servía con Muslum (vino ligero con miel), el segundo era el Mensa Primae (plato abundante acompañado de vino mezclad con agua) y Mensa Secundae (frutas y postres dulces acompañados de vino sin agua). Al igual que los griegos en esta parte comenzaba la música y las danzas.


domingo, 12 de junio de 2011

¿Existió la ruta de las especias?

La búsqueda de las especias hizo que Colon se aventurara a buscar una nueva ruta para alcanzarlas…y terminó “descubriendo” América. Las especias fueron un valor muy preciado durante siglos (en Inglaterra se llego a pagar los impuestos con pimienta) y ésto hizo que se buscaran diferentes rutas para asegurarse el monopolio o al menos buenos precios.

Los egipcios fueron los primeros en buscar la ruta hacia oriente, les siguieron los fenicios que establecieron un mercado de especias en Tiro guardando como un secreto de estado la procedencia de estos bienes. Sin embargo con la conquista de éstos por parte de Alejandro Magno se paso a tener en Alejandría como centro de su mercado.

Durante la Edad Media diversas rutas atravesaron el continente asiático, una de las principales fue la ruta de la seda, otra fue la ruta de las especias (hay versiones de que ésta y la ruta de la seda fueron las mismas, siendo mayor el comercio de las especias  que del resto de los productos). El recorrido a pie consistía en cruzar el Nilo bordeando el Himalaya después para llegar a Xian y volver cruzando el mar Caspio o el mar de Aral hasta llegar al mar Negro. 

Esta ruta a partir del siglo XIV pasó a no ser muy segura ya que había muchos asaltos en los caminos y porque los animales de carga no encontraban pasto por una sequia que atravesaba la zona.  Es por eso que el Imperio Romano empezó a buscar una nueva ruta por mar que partía desde Egipto hasta las islas molucas (durante una época se llamaron islas de las especias) desplazando el comercio de especias a la capital oriental Constantinopla, llegando menos especias a Europa. La ruta, conocida como la de las especias, partía del Océano Índico, llegaba al Golfo Pérsico y de ahí se trasladaba a Alejandría, Antioquía y Constantinopla.

Las cruzadas hicieron que el comercio con los árabes se recuperara y pasaron a ser Génova y Venecia las principales ciudades para su intercambio comercial (solo por Venecia llegaron a transitar 2.500 toneladas por año).

Tras la caída de Constantinopla en 1453 en manos de los turcos, éstos pasaron a encarecer las especias con impuestos al paso por su territorio como forma de debilitar a los cristianos (cuando una carga salía de Alepo, en el Mediterráneo oriental, su precio de coste era 800% mayor que cuando había salido de la India). Frente a esta situación los países con mayor desarrollo en navegación (Castilla, Aragón y Portugal) se lanzaron a una carrera para encontrar una nueva ruta.