viernes, 22 de abril de 2011

Café. Capitulo II. Origen

El café tiene su centro de origen en Abisinia (en la actual Etiopía), en el Nororiente de África, donde crecía en forma silvestre la modalidad llamada Arábica.
Existen tres leyendas sobre el origen del café: la más aceptada es la que hace referencia a un pastor árabe llamado Kaldi que conducía un rebaño de cabras a través de una planicie cubierta de matorrales en Etiopia. La leyenda dice que Kaldi, se dio cuenta del extraño comportamiento de sus cabras después de haber comido la fruta y las hojas de un arbusto. Las cabras estaban saltando alrededor muy excitadas y llenas de energía. El arbusto tenía  frutas parecidas a las cerezas, entonces Kaldi decidió probar las hojas del arbusto y un rato después se sintió lleno de energía.
Kaldi (o Koldo segun otras versiones) después llevó algunos frutos y ramas de ese arbusto a un monasterio. Allí le contó al Abad la historia de las cabras y de como se había sentido después de haber comido las hojas. El Abad decidió cocinar las ramas y las cerezas; el resultado fue una bebida muy amarga que él tiró de inmediato al fuego. Cuando las cerezas cayeron en las brasas empezaron a hervir, las arvejas verdes que tenían en su interior produjeron un delicioso aroma que hicieron que el Abad pensara en hacer una bebida basada en el café tostado, y es así como la bebida del café nace.
Otra de las leyendas narra que mientras que el Profeta Mahoma estaba enfermo el ángel Gabriel compasivo le ofreció una bebida para reconfortarlo, ésta no solo le devolvió la salud sino que también le dio fuerza. La bebida era tan negra como la Piedra negra de Kaaba de La meca, por eso parece que recibió el nombre de Kawah.
La tercera leyenda está relacionada con la primera ya que también pone en escena cabras pertenecientes a una comunidad religiosa llamada Chehodet, las cuales una noche en vez de dormir como era su costumbre resonaban con sus balidos y galopaban por las pendientes. Los religiosos lo atribuyeron a un ave nocturna llamada chotacabras hasta que vieron que las cabras habían descubierto un nuevo arbusto y pensaron que ahí podría estar la explicación. Los monjes tomaron unos frutos y hojas de la planta e hicieron una cocción. Cuentan que para obtener esta infusión el jefe de la comunidad seco en la llama los granos, que sufrían así su primer tueste. Había nacido el café, su efecto, naturalmente, fue el de prolongar la vigilia del maestro, que proseguía sus oraciones mientras que los demás religiosos dormían. Llamaron a esta bebida Kawah y este nombre se debería interpretar con la provincia de Kafa de la que procede el café o también “lo que maravilla y da vuelo al pensamiento”.
Se le llamó entonces qahwa o kawah, que significa vigorizante. 
De Etiopía pasó a Arabia y a la India, probablemente a través de peregrinos musulmanes que viajaban a La Meca, ya que las rutas de peregrinación fueron al mismo tiempo, durante siglos, grandes rutas comerciales. 

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